REFLEXION SOBRE UNA NOTICIA DE ESTE AÑO EN RELACIÓN CON UNA DESIGUALDAD DE GÉNERO

REFLEXION SOBRE UNA NOTICIA DE ESTE AÑO EN RELACIÓN CON UNA DESIGUALDAD DE GÉNERO

Antes de hacer la reflexión, es importante recordar el necesario hacer un recordatorio de todos los puntos importantes que han sido impartidos por los ponentes en el Módulo 1 del curso.

En primer lugar, siguiendo los puntos expuestos por Priscila Retomozo, todos debemos plantearnos el gran reto de desaprender, es decir, coger todas aquellas enseñanzas que nos han impuesto y cuestionar que sean ciertas o que sean válidas en el contexto actual. Es por ello que debemos desarrollar, a estos efectos, un espíritu crítico frente a todas aquellas resistencias que aparezcan en el momento de cuestionar todas las imposiciones que vienen de la sociedad. En todo caso, es importante detectar dichas resistencias, pues de lo contrario se esta ignorando el problema. En base a ello, existen diferentes formas de socialización, si bien se dividen principalmente en viejas y nuevas formas de socialización.

En general, entendemos por socialización el tratamiento o consideración que se atribuye a un hombre o una mujer en determinados ámbitos, de modo que esos ámbitos quedan tácitamente reservados a un sexo u otro como consecuencia de los estereotipos que han ido perdurando a lo largo de la historia. Ello, en parte, constituye el origen de la desigualdad de género entre mujeres y hombres.

Es en este momento cuando debemos contemplar, desde una perspectiva de género, dos grandes problemas que surgen en la sociedad como consecuencia de los estereotipos y prejuicios existentes en la sociedad.


Por un lado, está el sentimiento de rechazo que puede sentir una persona cuando se está desarrollando y quiere integrarse en un ambiente, en un colectivo, un espacio o un ambiente que hasta ahora había sido, por costumbre, reservado a personas de género diferente.


Y por otro lado, también debemos afrontar el gran desafío que supone la sexualización de la figura de la mujer y su trato como un objeto, lo cual lleva a contemplar a las mujeres con menosprecio y a aumentar los estereotipos y violencias que sufren en innumerables ocasiones.


En relación con la socialización, cabe destacar también la intervención de José Otero, el cual aporta un análisis de cómo la socialización de género va influyendo negativamente en la sociedad especialmente por culpa de diversas tipologías de hombres: gurús de la felicidad, gurús económicos y gurús de la seducción o del amor. Todos ellos suponen un peligro para la sociedad actual y un gran problema para el feminismo, puesto que se trata de individuos que debaten en internet sobre la masculinidad tóxica o hegemónica, o dicho de otra manera, masculinidad tóxica o tradicional.


La presencia de la masculinidad en redes era, al principio, elitista y se ha ido volviendo más agresivo y misógina, particularmente contra las feministas y el colectivo LGTB. Esto tiene que ver con el auge del fascismo y de la ultraderecha cómo se ha visto en los últimos tiempos en España y en todo el mundo.


En todo caso, esos tipos de hombres tienen los siguientes caracteres en común: la meritocracia, distinguir como que hay un hombre exitoso en todos los aspectos (hombre de alto valor), manipulación emocional, técnicas ineficientes o con errores, alianza entre patriarcado y capitalismo, técnicas basadas en pseudociencia y ley de la atracción o de la abundancia, pero sin evidencias científicas. Y en definitiva, se trata de grandes obstáculos a sortear con el fin de seguir avanzando en pro de una sociedad feminista y con perspectiva de género.



SISTEMAS TECNOLÓGICOS Y DESIGUALDAD DE GÉNERO. LA BRECHA DIGITAL

Los avances en la tecnología y la ciencia no deben suponer un futuro lleno de desigualdades. La clave la tenemos en la diversidad y en la acción colectiva


Una realidad que no podemos negar en la actualidad es el acelerado progreso en la tecnología y el mundo de la innovación. Este progreso supone un gran avance en la mejora de la vida de la sociedad, así como un gran avance a nivel económico y político. Pero a pesar de este punto positivo, es posible apreciar un elemento que, aunque sea implícito, supone un elemento negativo a nivel social. Se trata de unos progresos, unos avances y unos resultados innovadores que lamentablemente no llegan a todos. Y precisamente las personas más perjudicadas son las mujeres y las niñas, las cuales sufren un retraso con respecto a los hombres en lo que se refiere al uso efectivo de la tecnología, al ser ésta una capacidad que interactúa con otras dimensiones de la discriminación, como la educación y el déficit de competencias, y la reducción de la autonomía. A medida que el mundo de Internet y las demás tecnologías adquieren mayor importancia en la vida de las personas, la aceleración del cambio tecnológico aumenta el riesgo de que esas desigualdades sean más desproporcionadas.


A lo largo de la historia, las mujeres y las niñas han realizado importantes contribuciones a la innovación humana. Sin embargo, siguen teniendo poco protagonismo en la ciencia, la tecnología, las ingeniería y las matemáticas. Solo representan el 35% del alumnado de estas disciplinas. Las mujeres ocupan menos de un tercio de los puestos en el sector tecnológico y solo el 22% de los empleos en el área de la inteligencia artificial.


Algoritmos machistas: así fomenta la desigualdad una IA sin control


El resultado de estas discrepancias no solo puede apreciarse en la eventual misoginia de las empresas tecnológicas, las cuales constituyen un ámbito en el que las mujeres siguen abandonando sus puestos de trabajo a un ritmo preocupante; además de ello, también se observa estos problemas en los productos y servicios que crean las citadas empresas, donde puede verse que la desigualdad está ampliamente impuesta en todos los códigos de las tecnologías más utilizadas.


Pero el problema a tener en cuenta va más allá. En todo el mundo, diversos sistemas tecnológicos están reforzando las desigualdades de género y consolidando sistemas de poder raciales y socioeconómicos. En este caso, las redes sociales también han fomentado la desinformación en materia de género, la información falsa, la violencia en Internet y el discurso de odio sexista dirigido a las mujeres y las personas LGTB, los defensores de los derechos humanos, los políticos y los periodistas de todo el mundo, y cada vez preocupa más que la tecnología emergente de la IA pueda utilizarse para promover esas tendencias intolerables.


En todo caso, los ataques infundados en Internet son agresiones a la democracia y la inclusión. Con ellos se trata de silenciar las voces de las mujeres y disuadirlas de presentarse como candidatas para ocupar un cargo público o de defender sus derechos. Conforme se acelera el desarrollo de la IA, el riesgo de que los sesgos arraiguen más profundamente en los sistemas de nuestras vidas aumenta de manera alarmante.


Todo ello, nos debe llevar a reflexionar sobre la delicada situación que viven los grupos marginados, incluidas las mujeres y las personas LGBT, las cuales se enfrentan a amenazas sobre sus derechos humanos debido a prácticas de recopilación de datos exhaustivas e inadecuadas que no reflejan su realidad individual. Los sistemas que utilizan algoritmos para promover contenido en las plataformas de redes sociales también pueden facilitar el sesgo al amplificar el contenido dañino y discriminatorio. La vigilancia digital selectiva mediante el uso de software espía también puede constituir una forma de violencia de género facilitada por la tecnología. Se selecciona y vigila a mujeres y personas LGTB por participar en el activismo de derechos humanos, lo que las somete a una serie de impactos relacionados con el género, dando lugar a situaciones de discriminación y, por tanto, de brecha digital.


Además de la brecha digital, existen otras barreras a las que se enfrentan las mujeres, las niñas y las personas LGBTI a la hora de ejercer sus derechos humanos en el espacio digital, incluido el acceso a la información sobre salud, derechos y servicios sexuales y reproductivos, como el aborto.


Ante unas amenazas de tal magnitud, debemos demostrar a las mujeres y los hombres de todo el mundo que se pueden tomar todas las medidas que hagan falta para seguir progresando en igualdad de derechos y en seguir combatiendo todas las formas de discriminación. Podemos y debemos garantizar que la humanidad prevalece en el mundo digital, incluso cuando en la vida real ésta no perezca suficiente. La tecnología debe promover la igualdad de derechos y oportunidades para que las mujeres y las niñas aprendan, tengan derecho a ser escuchadas, accedan a servicios fundamentales, amplíen sus negocios o tengan acceso a productos financieros.


Además, es tarea fundamental revertir la violencia de género y la impunidad de proporciones colosales de que disfrutan los infractores y las plataformas digitales que amplifican y canalizan ataques dirigidos a las mujeres y las niñas. 


A este respecto, y de forma urgente, el problema de la brecha digital y de la desigualdad de género nos debe llevar a emprender una acción colectiva. Debemos asegurarnos de que las plataformas tecnológicas mundiales estén basadas en los derechos humanos y en los principios de apertura y rendición de cuentas. Debemos abordar las asimetrías de poder entre los propietarios y los usuarios de los servicios digitales, así como la proliferación de empresas tecnológicas que dominan el universo sin unas garantías y una rendición de cuentas adecuadas. Es necesario que promovamos la colaboración entre los gobiernos, la sociedad civil, el sector privado y la comunidad tecnológica para garantizar que las ventajas de las tecnologías digitales se reparten de manera equitativa.


Para fraguar el futuro que necesitamos, las mujeres y las niñas deben situarse al frente y liderar el camino, también en el ámbito de la tecnología. El futuro de todos depende de ello, tanto en línea como fuera de línea. En todo caso, es vital que gobiernos y actores privados adopten un enfoque explícitamente inclusivo de género para regular las tecnologías y abordar sus daños. Si estos sistemas perpetúan la discriminación y la desigualdad para las mujeres y las personas LGTB, entonces no deberían implementarse.


En definitiva, debemos garantizar que la tecnología amplifique las voces de las mujeres para que puedan influir de una forma más decisiva en la dirección futura del mundo. En definitiva, para hacer un uso efectivo de la tecnología y evitar a toda costa que pueda conllevar desigualdad y discriminación, es fundamental recurrir a la diversidad.


Promover la igualdad de género en el ámbito de la tecnología es, efectivamente, una cuestión de derechos, pero va más allá de los aspectos relacionados con la justicia. El liderazgo igualitario de las mujeres en los entornos digitales garantizará que la tecnología del futuro promueva la sostenibilidad y la inclusión, en lugar de la ruptura y la división. Incorporar las perspectivas de las mujeres en la ciencia y la tecnología contribuirá a que el sector entienda que la innovación debe extenderse más allá de los aspectos puramente técnicos. Por tanto, la diversidad es esencial en la tecnología, ya que permite que las empresas creen productos mejores y más seguros que tengan en cuenta a todos.


A pesar de ello, sólo lograremos los avances que perseguimos y los productos que desean las mujeres y las niñas cuando garanticemos que ellas están representadas de la misma forma en todos los ámbitos de la adopción de decisiones. Las responsables de políticas están aportando una perspectiva importante a los debates en materia de reglamentación.  Las especialistas en tecnología están rechazando los modelos anticuados y sitúan la inclusión y la seguridad en el centro de su trabajo. En todas las esferas, los derechos y las aportaciones de las mujeres son determinantes para un futuro en el que la tecnología sirva a la humanidad, y no lo contrario. Es necesario que estas aportaciones se integren de una forma más decisiva y comiencen a impulsar pronto el cambio y a gran escala.



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